Dicen que se tarda una media de 15 segundos en formar una primera impresión de alguien. Únicamente 15 segundos, joder. En ese espacio nos da tiempo a juzgarlo todo. Desde la apariencia y los gestos, pasando por la postura hasta la voz. Pero de hecho, lo más interesante de todo es que de ese primer grabado mental que queda sobre nosotros en la cabeza de alguien, a lo que se le presta menor grado de atención es aquello que sale de nuestra boca: lo que decimos.
Todo eso se hace muy interesante hoy en día, donde lo más probable sea que tu lista de matches y likes vaya determinada por aquellas partes de ti que hayas decido mostrar. Es ahora más que nunca cuando se define lo que uno es o no por como se expresa. Aún así, lo cierto es que todos vamos de que ya lo sabemos todo. Pensamos que conocemos a alguien hasta por su manera de escribir por WhatsApp. Responde demasiado rápido. Muestra poco, mucho, demasiado interés. Menudo borde, ni una mierda sonriente me ha mandado. No sé vosotros, igual soy el único que se ha cansado de comedir o contener como se siente mientras habla con su platónico. De rallar la misma película una y otra vez.
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