Si nos remontamos a 1776, fue justamente
este día en el que Thomas Jefferson junto al segundo Congreso Continental firmó
la Declaración de Independencia Americana, proclamando así su
separación formal del Imperio británico. Un poco más adelante, en 1862,
un tal Lewis Carroll le contaba a Alice Liddell un cuento
que más tarde se convertirá en Las aventuras de Alicia en el País de las
Maravillas. Es también el centésimo octogésimo
quinto día del año en el calendario gregoriano y el
previo al cumpleaños del hermano de Fer. Quedan exactamente 180 días para
finalizar el año. Y menudo año.
Si hay algo que el protagonista de esta
historia ha aprendido hasta la fecha, es que a cada momento la vida nos pone
ante encrucijadas y nos obliga a optar por un camino y a descartar otros. La
necesidad permanente de tomar decisiones y la libertad para elegir son factores
que definen como somos. Somos el resultado de todo lo que hemos elegido y con
cada elección que hacemos definimos nuestro porvenir. En el caso de Bruno (ay
perdona, que aún no te lo había dicho, así es como se llama el chico principal), la gran
mayoría de sus decisiones iban motivadas por la fuerza de su corazón, que,
aunque guiadas por la razón, intentaban con gran vigor tomar en cuenta la forma en la que ellas le
afectaban a los que le rodeaban.
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