Durante décadas, una ruta
rápida para muchos diseñadores en el mundo de la moda a la hora de buscar
inspiración consistía en convertir una tendencia de cultura juvenil (como bien
puede ser el grunge, el estampado militar o los pantalones caídos) en el eje
central de una colección. El concepto era simple: encontrar un estilo que no
hubiera sido ya explotado y trasladarlo al mercado del lujo.
Hoy en día el mundo de la
moda se hace cada vez más accesible para cualquiera. Gracias a Internet, los
jóvenes (y allá donde estén en el mundo) tienen las herramientas y la
información para crear y promover sus ideas y su propia visión de la moda. Se
está llevando a cabo una gran democratización
en la industria de la moda.
Los medios de comunicación se
han fijado en la creciente importancia de la cobertura de los bloggers como
método para acercarse a los consumidores, aunque muchas veces estos sean criticados
por recibir regalos o que se les pague por promocionar marcas y productos. Al mismo tiempo han surgido imitaciones asequibles
casi idénticas de diseños de alta costura o colaboraciones por parte de la moda
mainstream con grandes casas (H&M x Kenzo, Balmain…) como opciones difundidas
y fáciles para los fashionistas que no se pueden permitir este tipo de lujos. El
mundo de la moda se está volviendo cada vez más transparente y accesible.
Cualquier persona puede acceder y ver los últimos momentos de un desfile o lo
que se cuece en los backstages. La comunicación
entre la alta costura y la cultura juvenil ha cambiado drásticamente. El efecto
democratizador de Internet ofrece una tremenda oportunidad para que jóvenes
formen parte de la nueva y digitalmente accesible industria de la moda que está
emergiendo, aunque está claro que es mucho más difícil que hoy se llegue a
conseguir una influencia consolidada como la de Anna de lo Russo o Grace
Coddington.
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