Llevo mucho tiempo pensando en que
hoy te diría algo. Cosas que nunca te he dicho y que quiero que oigas porque
las palabras son para la vida, no para la muerte.
Todos los que estamos
aquí, y los que no están pero que también te quieren, estarán de acuerdo si
digo que hemos tenido y tenemos la gran suerte de tenerte. Yo, desde luego, a
pesar de esa distante cercanía, tan tuya, que te hace tan entrañable.
Recuerdo los juegos que
compartimos tantas veces, mi mal genio, y tu
capacidad de aguante. Eras como los leones que salen en los documentales, que
soportan que los cachorros se le suban encima, que les despierten, que les
despeinen,… daba igual.
De ti he aprendido
muchas cosas. Has sido un ejemplo y nunca mejor dicho porque de muchas palabras
no has sido. Había que ver lo que hacías para saber lo que pensabas. Has sido
la expresión máxima de “por sus obras les conoceréis”, de aquello de “obras son
amores, que no buenas razones”. Tu manera de hacer es tu ejemplo.
Todos los que estamos
aquí seguro que hemos aprendido de ti. Yo desde luego. He aprendido: Tu afán de superación, tu capacidad de trabajo, no quejarte jamás, esforzarte para lo mejor, no envidiar, no criticar, ser generoso, compadecerte del otro, pelear por el compromiso, y valorar lo que tienes, sea poco o
mucho.
Estoy muy orgulloso de que seas mi abuelo y te doy las gracias por todo lo que me has dado. El tiempo te ha respetado hasta hoy y
ojalá lo haga durante muchísimos años. Te queremos abu
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