Jeremy Scott se define a sí mismo como un artista, un comunicador y un gran admirador de la cultura pop, pero por encima de todo como un chico de una pequeña granja con grandes sueños. Sin embargo, esos sueños no llegaron de una manera fácil. Sufrió bullying en el colegio y no fue aceptado en muchas universidades debido a la difícil interpretación de su percepción sobre la moda, que para él iba más allá de la ropa como una visión de las elecciones que tomamos. Las prendas que él diseña no son aptas para tímidos, si no todo lo contrario, para aquellos que quieren destacar. Puedes odiarlo o amarlo. Sus colecciones rechazan lo común y aportan sentido del humor a la Industria. Son inesperadas, nuevas y excitantes, y en gran parte inspiradas por la nostalgia de los 80's: Logos, colores brillantes, estampados e incluso la publicidad retro son algunos de los elementos clave para describir su trabajo. Desde el momento en que Massimo Ferretti le propuso convertirse en el nuevo director creativo de Moschino, supo que tenía que hacerlo. Siempre manteniéndose fiel a sí mismo, Jeremy supo observar el legado de la marca y reflejar hoy su espíritu. No hay duda alguna de su éxito como diseñador y del valor inspirador y emocional que puede transmitir. Como él mismo dice "Prefiero tener una mala crítica que ninguna crítica en absoluto".
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